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MINORITY
REPORT
- Desarrollador: Activision
- Género: Arcade
- Plataforma: Game Boy Advance
Intentar
plasmar la complejidad argumental de Minority Report en un
juego de Game Boy viene a ser como que intenten convencernos de
que Driver Advance va a tener la profundidad de sus hermanos
mayores de otras plataformas. Que, en efecto, lo estén intentando,
no quita para que sea una insensatez. La grandeza de la Game Boy
Advance (que la tiene, y a su manera, es una grandeza más
peculiar y cautivadora que la de la Xbox... al menos para quien
ame la esencia de los videojuegos y no sólo las campañas
de publicidad) está en otros campos.
Por eso, la idea de convertir Minority Report
en un arcade mondo y lirondo en falsa tresdé, lo único
que le traía al fan, al menos a priori, era llanto y crujir
de dientes... ¿para qué cagarse en la venerable tradición
de paranoia y oscurantismo intelectual que lleva arrastrando la
ciencia ficción en general y Philip K. Dick en particular
desde los años cincuenta? ¿Por qué amargar
el recuerdo de la única película potable que Spielberg
ha filmado, A.I. aparte, en muchos años? Entendámonos:
el Robocop de los 8 bits, por decir un juego clásico
muy similar a este Minority Report, parte de una fuente que
es mucho más que una simple película de acción,
pero que tiene a su vez la entidad suficiente como espectáculo
adrenalínico para soportar una conversión a arcade,
porque sí, ya, el mensaje principal acerca de la pérdida
de la identidad de la película de Verhoeven se pierde en
un videojuego, pero el otro, el de "los androides que hacen
ruidos chulos al andar molan" sí que se conserva. Cosa
que no pasa en Minority Report, ya que la película
no es tanto un crash-boom-bang cualquiera, o al menos esa es su
intención -aunque, bajo mi punto de vista, Robocop
es una pelíucula mucho más profunda-. De acuerdo,
los robots-araña son un prodigio, y vaya si se descarga tensión
descerrajando unos cuantos criminales a tiros, pero la esencia de
la película, estarán de acuerdo conmigo, va por otro
lado. Por eso Minority Report cae en su propia trampa desde
su mismo planteamiento. Quizás algo más de modestia,
un plagio disimulado de la línea argumental de la película
-o del cuento... pst... que la gente no lee ya ni el horóscopo-
que se llamara Avenging Cyber Cop, Where's My Mind o Future Paranoical
Cataclysm pasaría la prueba, pero... amigos de Activision,
si quieren ustedes publicidad gratis (bueno, eso de "gratis"
es un decir), y que el jugador crea que está manejando a
Tom Cruise por la patilla sólo porque hay una película
de éxito por medio... pues tenemos que exigir más.
Minority
Report, el juego, está dividido en diez fases explicadas
hasta el más mínimo detalle en las instrucciones más
anticlimáticas vistas en mucho tiempo. La inmensa mayoría
de esas fases (a excepción de una linear, breve y divertida
fase en la que se circula por una autopista con una mochila propulsora)
son del tipo avanzar y disparar, aproximadamente en todas las direcciones
(puertas, elevadores, fosos y saltos se encargan de evitar la indeseable
monotonía). Técnicamente, el resultado es interesante:
la ambientación futurista de las fases más luminosas
está muy conseguida, con abundancia de vehículos,
muebles y gadgets del dos mil y pico, y abundan los detalles
brillantes (aunque extraídos de la película), como
los anuncios holográficos e intangibles que Anderson, nuestro
protagonista, se encuentra en las galerías comerciales. Los
efectos de luz son resultones, los sonoros y la música contundentes
y trabajados, y el diseño de los personajes (sobre todo el
del protagonista) es moderno y atractivo, con figuras bien definidas
y siempre brillando y resaltando sobre los fondos, en un juego de
GBA que, por una vez, no hace daño a la vista. ¿Qué
falla? Poniéndonos pejigueros, el argumento, por las razones
arriba expuestas: las múltiples capas y la densidad dramática
de la película han sido reducidos a una sucesión de
corre-que-te-pillo por decorados industriales. Lo cual tampoco tiene
que ser malo, y de hecho, aquí se hace con cierta gracia:
hay que reconocer que para reducir a diez carreras casi contrarreloj
a Philip K. Dick hay que tener muy bien agarrados los machos o poseer
una capacidad de síntesis digna de mejor causa (¿para
cuando un arcade de plataformas basado en el Antiguo Testamento?...
eso sí sería una simplificación extrema bien
enfocada). Lo realmente grave, dejando de lado delirios de pajero
malcriado, es que la mecánica de juego no está del
todo lograda.
Anderson
no puede liquidar a los enemigos sin ton ni son. Como poli ficticio
y teórico que es, no puede disparar indiscriminadamente a
todo lo que se mueva. El sistema de tiro al blanco es el siguiente:
con los gatillos de la consola se apunta, y con A se dispara. Si
se le dispara a algún civil, se pierde automáticamente
una vida. Repito: si se dispara accidentalmente a un civil, se pierde
una vida. Con lo que, en el fragor de la batalla, es más
fácil perder la partida por culpa de estorbos esporádicos
que por la propia interacción con los enemigos. Por otra
parte, el sistema de selección de blancos no está
del todo bien trabajado, y es fácil ponerse frente a un enemigo
y descubrirse apuntando una y otra vez al mismo civil, que acaba
invariablemente con las narices sumergidas en un charco de su propia
sangre. Y una vida menos.
Aún así, no nos engañemos:
el juego no está nada mal. Si se juega en nivel "Easy",
claro. Técnicamente es más que agradable, el sonido
es una pequeña joya, y hay descubrimientos gráficos
bastante potentes. Particularmente, y a diferencia del resto de
los reseñadores de videojuegos de este lamentable mundillo,
no creo que un juego que se merece un 70%, por poner una puntuación
fácilmente aplicable a este Minority Report, sea necesariamente
una basura. Más bien al contrario: Minority Report
no es ninguna porquería. Una pena que, franquiciado mediante,
no haya más remedio que pedir más. Porque somos así
de tontos.
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